Nada se anticipa con una mujer

No te sorprenda cómo descubrí lo frágil de nuestra relación. Esa facilidad con la que ponías en práctica tu carácter autoritario y lo difícil que era concretar un acuerdo, y todo por la diferencia de temperamentos. 

Ese vínculo que nos mantuvo unidos se fue gastando en poco tiempo y un buen día se convirtió en memoria lejana, haciendo imposible la cohabitación de los espacios, empezaron a surgir los idiomas distintos y por consecuencia los encuentros fueron menos frecuentes. Eso fue y no puede ser de otra manera, la historia de una larga separación.
 

Escuché decir a alguien que habría que recordar, pero eso sólo motiva a recobrar fantasmas, además que por mi parte ya no tenía tiempo para recordar.
 
Paradójicamente la vida me dio motivos suficientes para entender que ningún regreso es importante, solo para saber que únicamente se pierde lo que en realidad no nos importa. 

 

Mi tésis siempre fue la misma, aquella que defendí al decir que el asunto de la lealtad amorosa correspondida conduce a otra orilla y se convierte en un mundo en donde las cosas cobran sentido y se iluminan con el relámpago que le concede esa especie de eternidad, esa suerte donde todo está a salvo

Y honestamente agradezco ese primer acto de desamor profundo, porque sólo me esbozó una confidencia que vino a resumir mi futuro.